domingo, 18 de enero de 2015

Arrepentimiento

Los labios húmedos de Karina se posaron sobre los temblorosos del Jota que buscó en ellos el sabor de Laurie, él se dejó llevar por aquel beso disfrazado de amor, esperó encontrar en esa unión a quién había perdido. La unión duró un minuto en que él se dejó arrastrar por la pasión que ella entregaba, Karina excitada, exploró con sus manos el cuerpo del hombre acariciando su piel, entregándose por entero al deseo y la pasión que el momento brindaba. De pronto el Jota rechazó bruscamente a la muchacha que lo observó con sorpresa, --No puedo hacer esto a Laurie, llegué aquí buscándola-- dijo nervioso, --no puedo ser infiel a su recuerdo, siento que ella piensa en mi y yo no puedo dejar de pensar en ella, lo siento Karina las cosas habrían sido distintas si ella no existiera--, un incómodo silencio cayó entre ellos y Karina todavía alterada, bajó la vista avergonzada. El hombre trató de abrazarla a modo de consuelo pero ella lo rechazó de inmediato. --Nunca me habían humillado así--, dijo por fin tras un rato. --No fue mi intención hacerte daño, debí evitarlo antes--, dijo el Jota, --me dejé llevar por el parecido; no te apenes, eres una chica muy bella y estoy seguro de que encontrarás un hombre para ti--. Se excusó nuevamente tratando de ser condescendiente, --tu sabes por que estoy aquí--, agregó reforzando su posición.

Aquella noche durmió en la amplia sala de estar, volvió a soñar con Laurie; montando un brioso corcel blanco, atravesando los campos de trigo como una romántica amazona, se baja en la estación de trenes, le saluda con la mano desde la escalerilla de un vagón de tren que ya inicia la marcha y el Jota corre detrás con la angustiosa sensación de pérdida anudándole la garganta. Despertó cerca de las cinco con la misma sensación que lo agobiaba. Se levantó sin hacer ruidos, se vistió, escribió una nota que dejó sobre la mesa del comedor y salió a la fría y oscura mañana convencido que el sueño era un aviso.

Apenas llegó a Mulchén decidió llamar a su compañero de Departamento para saber si en Santiago tenían alguna noticia de Laurie; ansioso marcó el número. Mick contestó con voz soñolienta y gutural, --¡Jota!, ¿eres tu?, esperaba que me llamaras, ¡tengo noticias de Laurie!--, El corazón de Jota casi se detuvo, --¿Sabes donde está?, preguntó al borde del colapso...

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